Visita a la embajada americana 

El miércoles 13 de julio, después de no haber dormido absolutamente nada, salíamos mi madre, mi perra y yo, a eso de las 04.40, rumbo al aeropuerto de Santiago de Compostela. Tras una intensa jam session y una demostración de cómo maquillarse para no parecer un zombie completamente a oscuras y en un coche que no para de moverse, llegamos. Creo que es conveniente apuntar el minúsculo detallito de que eran las 06.00 y teníamos que estar en el aeropuerto a las 05.30 pero oye, alguien tenía que llegar de último ¿no? Al llegar junto al grupo, no me hizo falta utilizar ninguna de las magníficas excusas que había preparado (entre las cuales se encontraban perlas tales como «es que claro, la perra se quedó dormida» – cuando mi perra estaba tan enérgica que parecía que iba a explotar de la emoción – o «no sabes tú bien el tráfico que hay a estas horas» – en la autovía. A las 5 de la mañana. Claro.) ya que Ana María, feliz de verme viva, se apresuró a tachar mi nombre de su lista y a conducirnos a seguridad.

Me alegré un montón de volver a ver al resto de becadxs, ya que son todxs increíbles y me lo paso genial (a veces quizás demasiado genial) con ellxs.

Pasamos el control de seguridad sin ningún contratiempo (exceptuando el hecho de que a Gabi le vieron cara de yonki y decidieron hacerle un exhaustivo registro en busca de drogas o explosivos o vete tú a saber) y, a las 06.30 estábamos ya en el avión, que despegó quince minutos después.

Aterrizamos en Madrid a eso de las 07.30 pasadas, y nos subimos a un bus que nos llevó a un hotel cercano a la embajada americana. Ana María nos dividió en tres turnos para ir a la embajada, y a mi me tocó en el último. Mientras esperábamos a que nos llamasen para ir a hacer todo el papeleo, estuvimos hablando y comiendo en la sala que nos tenían preparada en el hotel. Una vez llegada nuestra hora, los del último grupo nos dirijimos hacia la embajada, de la que todavía empezaban a salir los del primer turno. La verdad es que la espera y todo el papeleo de la embajada se me hicieron bastante cortos, y en nada ya estábamos de vuelta al hotel, donde nos esperaban 3 becados madrileños, encantadores y súper agradables, que acababan de volver de US. Nos contaron sus experiencias, así como los distintos contratiempos que les surgieron y algunos consejos para sacar lo mejor de nuestro exchange year. Finalmente, hubo una ronda de preguntas, tras la que recogimos para irnos al aeropuerto. El vuelo de vuelta se hizo incluso más corto que el de ida aunque puede que a Gabi se le hiciera interminable, ya que estuve todo el trayecto dándole la tabarra.

Para volver a Vigo, me cogí el tren con Abraham y Vio y si, Abraham casi pierde el papel de la embajada sin el cual no se puede entrar en Estados Unidos. Pero bueno, la vida hay que vivirla al límite.

Llegué a casa agotadisisisima, así que me metí en la cama dispuesta a recuperar todas las horas de sueño que tenía pendientes (eso si, no sin antes subir foto a Instagram para dejar constancia del día en que medité en el bajo de un hotel madrileño, di la nota en la embajada americana, comí manzanas transgénicas, limpié los suelos de Barajas y abandoné mi DNI a su suerte en medio de la nada. Good times).

Fue un diazo en el que me volví a dar cuenta de lo afortunada que soy de estar viviendo esta súper experiencia, la cual estoy compartiendo con gente increíble que, de no haber sido por esta beca, no sabría ni de su existencia.

Os dejo algunas fotos del día, la mayoría sacadas de snap, ya que no tuvimos tiempo para sacar apenas fotos (en realidad me daba pereza sacarlas).

2016-07-13-08.06.39-1.jpg.jpeg
Foto tumblr en el avión Sdc – Madrid
img-20160714-wa0001.jpg
Divinísimas a las 6am (¿quién dijo sueño?)
Esperando in da airport con vio (rubia –  ya no tan rubia –  fav)
De izqda a dcha: gabi, andrea, marta, gabi, yo y vio (aka squad)
Sí, la que está durmiendo soy yo
¿ojeras? eso que é

Mil gracias por leerme, nos vemos en la próxima entrada, ¡que será ya desde tierras americanas!  

Deja un comentario